Desde mi ventana de un piso urbano,
miro los tejados, ocre y negro;
como la tierra reseca del verano.
Chimeneas de humo negro
se vierten en la tarde, impidiendo,
que el crepúsculo haga su trabajo.
Un suspiro de aliento envenenado,
repta caprichoso y se filtra en las rendijas
como una serpiente en una cicatriz horada.
Palomas , como cuervos ,
aletean en busca de comida .
No son palomas de libertad ,
si no palomas sucias y maltrechas ,
que como ratas buscan desperdicios.
Allí a lo lejos , donde ocurría el ocaso ,
las fábricas como siempre ha sido ,
mantienen su esclavitud
y nadie se queja .
Sus habitantes son palomas
y han olvidado que allí mismo,
había un valle puro y limpio ,
donde se bebía en los arroyos
y el sol se ocultaba , disco de oro,
orgullo de su esplendor.
Por mi ventana entran ahora,
collares de hojas marchitas
que no puedo regalarte .
Pulseras de pájaros muertos
no ceñirán tus brazos transparentes .
El aire corrompido,
ahoga tus suspiros, tus lamentos ,
tu voz desgarrada , que interroga
pero a la que nadie réplica.
Quien descifrará los símbolos
que la belleza reclama cada instante,
indefinidamente y sin respuesta .
Quien dará la voz de alarma ?
La primavera ha muerto
la ha matado el santo dinero.
Como algún día matara
mi ciudad , mi nación
el mundo entero.
Hernán 30/12/16
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