sábado, 15 de diciembre de 2018

A MI MADRE




Un día me dijiste : 
«cuando yo me muera, morirá la mujer que
 más te quiso» 

La que me trajo al mundo se marchó de este mundo.

Porque una vez habitamos el mismo cuerpo, 
y me sentiste fluir en tus venas, 
fui  para ti un dios poderoso y sagrado;
lo único real y necesario. 

Quien me va a llamar ahora para decirme:
que me ponga el abrigo, que voy a resfriarme.
Que tenga mucho cuidado al conducir por la noche. 
Que vaya a recoger las galletas recién hechas 
y el jersey tejido con tus manos, 
y decenas de manteles de ganchillo.
Aquel minucioso croché realizado con tus dedos
torcidos por la artrosis;
esos dedos y esas manos que mi padre adoraba.

Jamás olvidaste un cumpleaños: 
un sobre, cien pesetas sisadas a la compra,
una carta con letra redondilla. Y al final: 
«Tu madre que te quiere»

Derrochaste dignidad, 
pues no hay mayor dignidad en la tierra
que el amor y el cansancio sin pagar. 

Siempre allí sentada en la esquina del salón con los ojos 
domados por la luz y el cansancio,
pero que bullían de vida al verme a través de la ventana.

Ella, que me llamaba a todas horas, para saber de mí. 
Quien me llamará ahora para preguntarme si estoy vivo?

Con pesar, dejo a medias  el poema;
me levanto de mi silla, me acerco a su recuerdo y la respiro:
huele a mar, eucalipto y tortilla recién hecha,  
a galletas María fritas con dulce de membrillo,
y al aroma de sus manos, aún de seda,
acariciándome, mientras dormía feliz
con el horizonte del mar en mis retinas.

Por primera mera vez estas ociosa.
Vi caer de tus manos el último bordado,
en la misma esquina del salón, 
donde hacía un instante me cantabas
dulcemente nuestra canción de la infancia.

Recuerda mamá: 
todavía me siento dios en tu presencia . 
__________________________________
Cuánto tiempo ha pasado y hasta hoy  
no sabía que te quería tanto.

Hernán 13/12/18 



jueves, 13 de diciembre de 2018

VERSOS INCONEXOS





CADA día me pregunto: 
porque habré dejado de ser niño?

LA vida es solo esto, ya lo sabes:
este ardor de no haber comprendido nada todavía.

QUE sabor amargo cuando se es consciente 
de haber despilfarrado una vida y, dócilmente,
con una domesticada sonrisa, 
se espera otro domingo más para ir tirando.

ME esmero cada día en borrar las huellas que dejaste, 
pero ni ahogando mis labios en ginebra 
puedo desprenderme del sabor de tu boca.
Por eso ahora mi hogar se halla 
en la última barra de los bares; 
y mi único alimento 
esa hiel amarga en las entrañas.

TODOS los días espero oír tu voz en el teléfono 
como  fiel costumbre de una vida;
pero de pronto me he dado cuenta 
que he dejado de ser hijo. 
Si alguien me va a llorar, que no lo haga, 
pues tú ya lo has llorado todo. 

SER nómada de la noche, 
de la palabra y sus esquirlas, 
y purificarse con la luz que la luna 
proyecta en los charcos del camino.

SUS ojos desgarraron mi alma en un instante;
Y allí mismo, todo mi mundo quedó abolido.

TUVIMOS más que palabras, 
y eso que la palabra era nuestro credo.

Y esas veces que llegamos a las manos,
son las mismas que un día 
me sobrecogían con su roce.

OJALÁ tuviera veinte años para decirte que te quiero 
y creérmelo ciegamente durante el resto de la vida; 
así podré mentirme y mentirte sin saber que miento. 

LA ironía de la soledad es 
que todos la sentimos al mismo tiempo 

ENCONTRAR una aguja en un pajar 
para después clavártela en el alma.

YA estabas fría cuando me encontraste, 
y tú aliento jamás logró sofocar mis mejillas.
No te extrañará ahora este hielo del último beso.

«¡TÚ no sabes quién soy yo!»
—Es verdad, jamás hubiera podido imaginarlo. 
Ojalá me hubieras dado entonces alguna pista.

CANDO vuelvas a creerte dios, 
recuerda que te creo más aquí como simple hombre. 

Hernán 13/12/18







lunes, 10 de diciembre de 2018

UNA BÚSQUEDA INÚTIL



Estas aquí, lo sé.No puedo verte en cambio.
(Me basta con saberte entre las cosas.)        
J.Vela                                                             
       


Una búsqueda inútil 

Te busqué entre la multitud:
una mirada entre el ruido de la calle;
una sonrisa, algún presagio.
Siempre esperando ese momento 
sin esperar que llegue. 
Cualquier cosa me servía 
pues el aire se me acaba.

Pero no encontré nada:
solo ojos huecos, que miran hacia adentro.
Pozos negros 
en los que algunas noches de insomnio  
brilla alguna  luz; 
aquellos secretos que hacen llorar a un hombre. 

Hace un siglo de aquella inútil discusión,
de aquel día en que al final 
no me subí contigo a un autobús.

Quería que supieras 
que  todos aquellos días fueron espléndidos.
Me dejaste un mundo de gestos cotidianos,
tactos, sabor de labios... aquel perfume...
una galería de silencios compartidos, 
de recuerdos enroscados en lágrimas.
Signos que solo nosotros sabíamos descifrar.

Comprendo ahora tu despedida:
«hay peores cosas que estar solo»

Quería decirte al fin,
aquellas difíciles palabras 
que seguramente esperabas 
y siempre temí decir. 
Pero ahora ya es inútil;
no hay nada peor que llegar demasiado tarde.

Hernán 8/12/18

(Y amigo mío, no te he contado aquí el martirio
   de encontrarme con su ausencia por donde quiera que vaya)






EL MANDATO DE LAS PALABRAS





A veces el poeta se desnuda hasta que sus pies acarician la arena donde sus huellas evanescen y mueren,  
como teatros que se abaten bruscamente 
sin que un sonido  les preceda.
Caminos efímeros que la resaca devuelve a sus confines.

Así, las palabras se disuelven en una espiral del pensamiento donde el comienzo  y fin convergen en un instante fugaz, 
una vibración en el aire, un latido inconcluso. 

El pulso del verbo, debatiéndose en el filo de lo intangible anticipa la precariedad de una frase,
un sentimiento esperando el rayo que lo libere.

En el pecho palpitan las palabras; 
pugnan por vaciarse en un abismo de luz; 
y a veces lo consiguen.
Otras veces ruedan ciegamente en la noche 
y al intentar atraparlas, 
se nos escurren como el mar entre los dedos.

En alguno de esos instantes de soledad y desamparo, 
nace el poeta.

Hernán 10/12/18 ( un esbozo sin terminar)