Mi madre contaba que cuando era niño dibujaba en el aire con los dedos...
miércoles, 30 de abril de 2008
martes, 29 de abril de 2008
lunes, 28 de abril de 2008
viernes, 18 de abril de 2008
miércoles, 16 de abril de 2008
Playa de Muniello
Aquella tarde tenías gusto a tempestad en los labios
cuando te regale aquel ramo de espuma de las olas.
martes, 15 de abril de 2008
La madre del emigrante
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lunes, 14 de abril de 2008
domingo, 13 de abril de 2008
Mirador de infinitos
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No hay nada que decir
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Máquinas
Las máquinas no sangran, solo las hemos teñido de color,
ni siquiera las mas sofisticadas pueden imitar un corazón
o reproducir un sentimiento.
¡ Pobre de nosotros cuando esto ocurra!
Pero también pueden tener esa belleza de los feos.
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Castillo de Salas
El barco clama:
¡ No expongáis mi esqueleto en tierra firme
exhumando mis vergüenzas
al agua dulce de la lluvia!.
Dejadme solo recordar:
los puertos donde anclaba,
la primera aurora,
el beso de la última sirena
y entonces, amortajadme
entre paisajes de algas,
entre silencios amargos ,
muerto ya para la historia.
Barco:
duerme en paz,
en aquel lugar donde el amor ya se detiene.
Yo digo en tu descargo:
que no existe buen barco
sin un timonel al mando
y que el musgo del orín
jamás podrá nunca con la rosa.
Hernán 13-04-08
Playa del silencio
Si el tiempo no fuera tiempo y fuésemos eternos, seguiría aquí sintiendo tu presencia en la distancia
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Una mirada a Cudillero
Brazos tendidos
hacia espumas grises, traicioneras,
rostros curtidos de sal y lágrimas;
manos de madres
que ayer acariciaron
la piel sonrosada de un niño,
cuando al amanecer el alba cubría su frente.
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Revillagigedo
En este patio empedrado amarraba los caballos Don Carlos Miguel Ramírez de Jove, primer marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo.
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Donde estara ahora el guardés?
Yo nada sabía de Girón ni de Luis Moya, solo vagaba buscando aquella piscina de ensueño, pero el guardés ( seguro algún guardia civil retirado) me soltó aquél Pit Bull , que me hizo realizar mis primeros pinitos en atletismo .
Donde estará ahora aquel guardés?
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Aquí nadabamos, entonces.
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Por aquí corría a mis quince años
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"Ellas son mejor que nosotros"
La mujer con surcos de adarce en el rostro, desenvolvía
unos arenques de un viejo periódico mientras decía:
" ellas no saben de guerras, ellas son mejor que nosotros"
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Mirada en la Campa de Torres ( Gijón)
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Una mirada en el puerto deportivo
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Faro de Estaca de Bares
Allí, donde la niebla encendida de arrebol
recuerda el cantar de los marinos,
donde los senderos se rompen al llegar al precipicio
y sólo existen caricias de agua y aire,
te yergues,
como vieja majestad coronada de luceros,
en un cielo negro y sin fondo
golpeado por lluvia y vendavales,
escuchas un lamento de fantasmas y poetas
y dibujas en la noche tu dominio.
Si pudieran, ahorcarían
el fulgor de tu mirada
que escudriña las sombras
en busca de un velero errante
poblado de fantasmas,
coserían tus brazos
de nácar iridiscente
hasta que en vez de luz
brotase sangre.
Amor en cada arista de granito
y de pizarra.
Mirador de infinitos,
buscador de desalientos,
eterno viento de rebelión,
las olas no podrán borrar jamás
el silencio que dejaste.
Siluetas de la dama de luz
sin maquillaje,
nos sonríen
desde las rectas torres de piedra
que se alzan al precipicio.
Y sin algún día tu espada de plata,
de tanto desenvainar su luz infinita,
de tanto cortar el aire,
terminara por perder el filo de su acero,
en un anochecer de otoño
su último destello rebotaría
en el cristal de tu ventana,
como el suave roce de una caricia,
y arrancaría un último fulgor
en tus ojos del color del mar en primavera.
Para Mercedes, la mejor “dama de luz”
recuerda el cantar de los marinos,
donde los senderos se rompen al llegar al precipicio
y sólo existen caricias de agua y aire,
te yergues,
como vieja majestad coronada de luceros,
en un cielo negro y sin fondo
golpeado por lluvia y vendavales,
escuchas un lamento de fantasmas y poetas
y dibujas en la noche tu dominio.
Si pudieran, ahorcarían
el fulgor de tu mirada
que escudriña las sombras
en busca de un velero errante
poblado de fantasmas,
coserían tus brazos
de nácar iridiscente
hasta que en vez de luz
brotase sangre.
Amor en cada arista de granito
y de pizarra.
Mirador de infinitos,
buscador de desalientos,
eterno viento de rebelión,
las olas no podrán borrar jamás
el silencio que dejaste.
Siluetas de la dama de luz
sin maquillaje,
nos sonríen
desde las rectas torres de piedra
que se alzan al precipicio.
Y sin algún día tu espada de plata,
de tanto desenvainar su luz infinita,
de tanto cortar el aire,
terminara por perder el filo de su acero,
en un anochecer de otoño
su último destello rebotaría
en el cristal de tu ventana,
como el suave roce de una caricia,
y arrancaría un último fulgor
en tus ojos del color del mar en primavera.
Para Mercedes, la mejor “dama de luz”
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Poemas
Faro segundo día
Faro de Estaca de Bares, segundo día de tempestad
Torre que culmina el precipicio,
de espuma y lava dormida de auroras,
donde el cuervo no anida
en tu frente transparente,
donde el rayo mansamente
acaricia tu rostro de fuego y luna.
Hecho de roca,
arraigado a la misma esencia
de la roca,
hecho de luz,
que es el principio y fin de la vida.
Centinela de tempestades,
en que aúllan como lobos los marinos.
Resplandor vivificante,
que otean ojos ahorcados
de lagrimas de sal,
donde viejos patrones
hendidos por lanzas de viento
y aparejos yermos,
contaron, durante siglos,
junto a los rescoldos de su hoguera,
historias de luz y sombra.
Ojos que en la tempestad
miran sin ver.
Brazos tendidos
hacia espumas grises, traicioneras,
donde afloran manos como garras,
de amigos que ayer acariciaron
la piel sonrosada de un niño,
cuando al amanecer el alba cubría su frente.
Manantial, fuente de luz poderosa,
entre jirones de calima y vaho ardiente,
buscas amor y muerte
pues los dos van juntos,
y son el principio y fin de la vida.
Aúllas de dolor
porque no puedes detener el trueno,
ni el relámpago fugaz, entre la bruma.
Ni el traicionero escollo,
que duerme invisible
esperando abrir el vientre de un amigo.
Silencioso ahora,
tu vuelo es como el de la mariposa
que arrastra una gota de roció hacia la luna
Y ante la luz cegadora del astro
que domina,
triste, taciturno y yermo,
añorando noches de negrura y vendavales,
esperas, resignado tu porvenir incierto
en manos del político de turno.
(Los políticos ya han dictaminado sobre el futuro de los faros: jubilan a los fareros a cambio de radiobalizas GPS y otros engendros cibernéticos y convierten los hermosos “Light House” en kioscos repletos de folletos para turistas. Donde antes se veían rostros atezados escudriñando la niebla en busca de un velero , ahora vemos excursiones domingueras cámara en ristre y un tropel de rapazuelos lanzando guijarros sobre la linterna de cristal. El peaje que hay que pagar por el progreso…, ¡maldito progreso!)
Torre que culmina el precipicio,
de espuma y lava dormida de auroras,
donde el cuervo no anida
en tu frente transparente,
donde el rayo mansamente
acaricia tu rostro de fuego y luna.
Hecho de roca,
arraigado a la misma esencia
de la roca,
hecho de luz,
que es el principio y fin de la vida.
Centinela de tempestades,
en que aúllan como lobos los marinos.
Resplandor vivificante,
que otean ojos ahorcados
de lagrimas de sal,
donde viejos patrones
hendidos por lanzas de viento
y aparejos yermos,
contaron, durante siglos,
junto a los rescoldos de su hoguera,
historias de luz y sombra.
Ojos que en la tempestad
miran sin ver.
Brazos tendidos
hacia espumas grises, traicioneras,
donde afloran manos como garras,
de amigos que ayer acariciaron
la piel sonrosada de un niño,
cuando al amanecer el alba cubría su frente.
Manantial, fuente de luz poderosa,
entre jirones de calima y vaho ardiente,
buscas amor y muerte
pues los dos van juntos,
y son el principio y fin de la vida.
Aúllas de dolor
porque no puedes detener el trueno,
ni el relámpago fugaz, entre la bruma.
Ni el traicionero escollo,
que duerme invisible
esperando abrir el vientre de un amigo.
Silencioso ahora,
tu vuelo es como el de la mariposa
que arrastra una gota de roció hacia la luna
Y ante la luz cegadora del astro
que domina,
triste, taciturno y yermo,
añorando noches de negrura y vendavales,
esperas, resignado tu porvenir incierto
en manos del político de turno.
(Los políticos ya han dictaminado sobre el futuro de los faros: jubilan a los fareros a cambio de radiobalizas GPS y otros engendros cibernéticos y convierten los hermosos “Light House” en kioscos repletos de folletos para turistas. Donde antes se veían rostros atezados escudriñando la niebla en busca de un velero , ahora vemos excursiones domingueras cámara en ristre y un tropel de rapazuelos lanzando guijarros sobre la linterna de cristal. El peaje que hay que pagar por el progreso…, ¡maldito progreso!)
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Poemas
Esa fuiste tu. ( remembranzas mia y de otros)
En esta tierra fuiste:
brisa, imperceptible,
acogedora, calma;
perfume de hojas de otoño,
de heno seco prendido en tu cabello
Fuiste lluvia,
a veces violenta, a veces suave,
arrulladora, tempestuosa,
siempre en el fondo intangible
Fuiste ola,
devastadora de esta orilla,
a la que la resaca arriba:
caracolas muertas,
vacías de sonidos susurrantes.
Pero te engañaste al decirme
entre el canto de los truenos,
que tu belleza era infinita,
por que la belleza es de Dios;
y se carcome, como los troncos pútridos
que la marea implacable arrastra hasta mi orilla .
…………………………………………..
En esta tierra, donde nada más nacer
la mujer incita a la tormenta,
tu y yo, juntos, tras la helada,
leemos en cada línea de escarcha desnuda,
signos que nos recuerdan,
que ningún amor merece la muerte que recibe.
brisa, imperceptible,
acogedora, calma;
perfume de hojas de otoño,
de heno seco prendido en tu cabello
Fuiste lluvia,
a veces violenta, a veces suave,
arrulladora, tempestuosa,
siempre en el fondo intangible
Fuiste ola,
devastadora de esta orilla,
a la que la resaca arriba:
caracolas muertas,
vacías de sonidos susurrantes.
Pero te engañaste al decirme
entre el canto de los truenos,
que tu belleza era infinita,
por que la belleza es de Dios;
y se carcome, como los troncos pútridos
que la marea implacable arrastra hasta mi orilla .
…………………………………………..
En esta tierra, donde nada más nacer
la mujer incita a la tormenta,
tu y yo, juntos, tras la helada,
leemos en cada línea de escarcha desnuda,
signos que nos recuerdan,
que ningún amor merece la muerte que recibe.
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Poemas
Foces del río Pino
( a todas las Foces de Asturias)
Allí, donde hachas de caliza
hienden abismos
y fuentes cristalinas de paciencia infinita
hieren tus entrañas,
nos conmueves, con tu perfil rectilíneo
en el que el águila no anida
y solo el brezo con timidez se asoma.
Farallón donde rompen tempestades
y se funden borrascas y neblinas,
solo inclinas reverencias
al paciente leñador de piedra
que con insomne canto de sirena
hiende su hacha en tu bravura.
Por los surcos de tu piel
lloran arroyos
que jamás han visto el alba,
ni apagarse las brasas del ocaso,
ni lanzas de luz en tu dominio,
solo atisbas lágrimas de plata
y brillos de azabache
en tus honduras.
Y por los senderos milenarios,
donde solo se aventura el lobo
o el zorro sagaz tras de su presa,
has consentido el paso al peregrino
que soñando poemas y leyendas
atraviesa sombras neblinosas
buscando un perdido santuario.
Y al final, cuando la muerte nos iguale,
se deshagan en lluvia los recuerdos,
y el amor que no sabe detenerse,
se detenga,
desfilara ante ti
un derrotado ejército de fantasmas y poetas
que evanescente se difuminara en las sombras
donde el silencio es eterno.
Y allá en la cumbre,
donde termina el precipicio
y comienza el infinito,
donde tiemblan en adioses
las últimas hojas amigas del viento,
como último testigo
de nuestros vanos desvaríos,
quedara reinando tu esfinge solitaria .
Allí, donde hachas de caliza
hienden abismos
y fuentes cristalinas de paciencia infinita
hieren tus entrañas,
nos conmueves, con tu perfil rectilíneo
en el que el águila no anida
y solo el brezo con timidez se asoma.
Farallón donde rompen tempestades
y se funden borrascas y neblinas,
solo inclinas reverencias
al paciente leñador de piedra
que con insomne canto de sirena
hiende su hacha en tu bravura.
Por los surcos de tu piel
lloran arroyos
que jamás han visto el alba,
ni apagarse las brasas del ocaso,
ni lanzas de luz en tu dominio,
solo atisbas lágrimas de plata
y brillos de azabache
en tus honduras.
Y por los senderos milenarios,
donde solo se aventura el lobo
o el zorro sagaz tras de su presa,
has consentido el paso al peregrino
que soñando poemas y leyendas
atraviesa sombras neblinosas
buscando un perdido santuario.
Y al final, cuando la muerte nos iguale,
se deshagan en lluvia los recuerdos,
y el amor que no sabe detenerse,
se detenga,
desfilara ante ti
un derrotado ejército de fantasmas y poetas
que evanescente se difuminara en las sombras
donde el silencio es eterno.
Y allá en la cumbre,
donde termina el precipicio
y comienza el infinito,
donde tiemblan en adioses
las últimas hojas amigas del viento,
como último testigo
de nuestros vanos desvaríos,
quedara reinando tu esfinge solitaria .
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Poemas
Aquella noche
Después de mil lunas, quise ser tú por un instante
y, en aquella noche de primavera,
con el pelo coronado de violetas
y cintas de colores,
me recosté en aquel a quien amaba
ofreciéndole mi cuerpo,
pero a cambio recibí solo una mirada.
y, en aquella noche de primavera,
con el pelo coronado de violetas
y cintas de colores,
me recosté en aquel a quien amaba
ofreciéndole mi cuerpo,
pero a cambio recibí solo una mirada.
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Poemas
Bosque "del Infierno" Riofabar ( Piloña)
He vuelto al umbrío bosque
de eterna memoria,
donde el musgo y el liquen
esconden el sendero
por el que el hombre iba,
y la blanca corteza de abedul
oculta bajo la yedra
palabras amorosas.
Allí donde los troncos retorcidos
lloran primaveras
y el aliento de moho
cubre y oculta la savia del bosque
y la poesía que queda bajo los árboles.
Vi brillar, junto al arroyo,
el laurel sagrado
con el que corone tu frente.
Y en el recodo:
la fuente clara y fría
que monótona e insomne,
cuenta siempre
la misma historia de una niña.
Me arrodille a escucharla
Y, al despertar,
hundí mis manos en la hojarasca
buscando tú perfume
pero solo encontré
el de la harina agria de los hongos.
*
de eterna memoria,
donde el musgo y el liquen
esconden el sendero
por el que el hombre iba,
y la blanca corteza de abedul
oculta bajo la yedra
palabras amorosas.
Allí donde los troncos retorcidos
lloran primaveras
y el aliento de moho
cubre y oculta la savia del bosque
y la poesía que queda bajo los árboles.
Vi brillar, junto al arroyo,
el laurel sagrado
con el que corone tu frente.
Y en el recodo:
la fuente clara y fría
que monótona e insomne,
cuenta siempre
la misma historia de una niña.
Me arrodille a escucharla
Y, al despertar,
hundí mis manos en la hojarasca
buscando tú perfume
pero solo encontré
el de la harina agria de los hongos.
*
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