lunes, 10 de diciembre de 2018

EL MANDATO DE LAS PALABRAS





A veces el poeta se desnuda hasta que sus pies acarician la arena donde sus huellas evanescen y mueren,  
como teatros que se abaten bruscamente 
sin que un sonido  les preceda.
Caminos efímeros que la resaca devuelve a sus confines.

Así, las palabras se disuelven en una espiral del pensamiento donde el comienzo  y fin convergen en un instante fugaz, 
una vibración en el aire, un latido inconcluso. 

El pulso del verbo, debatiéndose en el filo de lo intangible anticipa la precariedad de una frase,
un sentimiento esperando el rayo que lo libere.

En el pecho palpitan las palabras; 
pugnan por vaciarse en un abismo de luz; 
y a veces lo consiguen.
Otras veces ruedan ciegamente en la noche 
y al intentar atraparlas, 
se nos escurren como el mar entre los dedos.

En alguno de esos instantes de soledad y desamparo, 
nace el poeta.

Hernán 10/12/18 ( un esbozo sin terminar) 








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