CADA día me
pregunto:
porque habré dejado de ser
niño?
LA vida es solo esto, ya lo
sabes:
este ardor de no haber
comprendido nada todavía.
QUE sabor amargo cuando se
es consciente
de haber despilfarrado una
vida y, dócilmente,
con una domesticada
sonrisa,
se espera otro domingo más
para ir tirando.
ME esmero cada día en borrar
las huellas que dejaste,
pero ni ahogando mis labios
en ginebra
puedo desprenderme del sabor
de tu boca.
Por eso ahora mi hogar se
halla
en la última barra de los
bares;
y mi único
alimento
esa hiel amarga en las
entrañas.
TODOS los días espero oír tu
voz en el teléfono
como fiel costumbre de una
vida;
pero de pronto me he dado
cuenta
que he dejado de ser
hijo.
Si alguien me va a llorar,
que no lo haga,
pues tú ya lo has llorado
todo.
SER nómada de la
noche,
de la palabra y sus
esquirlas,
y purificarse con la luz que
la luna
proyecta en los charcos del
camino.
SUS ojos desgarraron mi alma
en un instante;
Y allí mismo, todo mi mundo
quedó abolido.
TUVIMOS más que
palabras,
y eso que la palabra era
nuestro credo.
Y esas veces que llegamos a
las manos,
son las mismas que un
día
me sobrecogían con su
roce.
OJALÁ tuviera veinte años
para decirte que te quiero
y creérmelo ciegamente
durante el resto de la vida;
así podré mentirme y
mentirte sin saber que miento.
LA ironía de la soledad
es
que todos la sentimos al
mismo tiempo
ENCONTRAR una aguja en un
pajar
para después clavártela en
el alma.
YA estabas fría cuando me
encontraste,
y tú aliento jamás logró
sofocar mis mejillas.
No te extrañará ahora este
hielo del último beso.
«¡TÚ no sabes quién soy
yo!»
—Es verdad, jamás hubiera
podido imaginarlo.
Ojalá me hubieras dado
entonces alguna pista.
CANDO vuelvas a creerte
dios,
recuerda que te creo más
aquí como simple hombre.
Hernán
13/12/18
1 comentario:
ok
Publicar un comentario