DESCRIPCIÓN DEL VICARIO
El vicario de Miyares, don Dimas: hombrón de cara atezada, y vientre prominente, iba vestido con sotana de larga abotonadura en el centro. La cabeza la cubría con un sombrero “de teja”. Tenía fama de predicador incansable y de atemorizar desde el púlpito a sus feligreses con su tosco vozarrón de fumador. Igual que la mayoría de los párrocos, llevaba un riguroso control, con nombres y apellidos, de los fieles que cumplían con el santo precepto — comulgar y confesarse por Pascua florida—. Denunciaba, inflexible, a los campesinos que trabajaban los días de guardar; que incluso llegaban a ser detenidos por la Guardia Civil. Concedía informes de buena conducta indispensables, entre otras cosas, para poder emigrar.
PRIMER ESCENA
Pueblo asturiano de finales del siglo XIX : casas antiguas de piedra, e iglesia de piedra y claustro.
Se ve al párroco con un monaguillo a cada lado tañendo cada uno una campanilla y el párroco en el centro con el alba y la casulla finamente bordada y con brillante estola de seda, mantenía en alto el copón dorado con la hostia en la mano . De fondo se oye el monótono repiqueteo de la campana Los campesinos van saliendo de las casas y al pasar el párroco se arrodillan y santiguan agachando reverentes la cabeza .
El párroco aspergea de agua bendita con el hisopo mientras camina va canturreando:
—Pax huic domic . Et omnibus habitántibus in ea.
Don Dimas se dirige a dar el viático o extremaunción a un campesino que se encuentra moribundo.
Al llegar a la casa donde el moribundo entablaba su postrera lucha; don Dimas pidió insistente a su hija , que postrada de rodillas lloraba desconsolada, la última bula. (Documento que se pagaba a la iglesia si se quería comer carne o compango en cuaresma sin cometer pecado mortal)
»⎯No la hay, señor cura. Las bulas cuestan dinero y esta es una casa muy pobre—respondió llorosa la hija.
»⎯¿Qué se comió en esta casa por la cuaresma?
»⎯Nada señor cura
»⎯ ¡Como que nada!—atronó el párroco furioso— ¡Comer carne de cerdo, chorizos y buena manteca!. ¡Eso es lo que se hizo
»⎯Solo comemos torta y boroña— dijo medrosa la hija— acompañando a les fabes o patates , y pol friú del inviernu: castañes y lechi. Bueno… y algún chorizu el día la fiesta, pero no por Cuaresma.
»⎯Yo cumplo con la obligación que me manda la santa Madre Iglesia. ¡si no hay bula no hay sacramentos!
Y mirando al moribundo continuo colérico:
»⎯!Por lo menos que de signos de arrepentimiento!
»⎯¿De que ha de arrepentirse, si no es mala pregunta?
»⎯!De que va a ser, ignorante!, de faltar a la iglesia y al mandato de sus ministros.
»⎯Pero, señor cura— replicó la hija entre sollozos —siempre fue un buen padre y esposo. Lo único que hizo en su vida fue trabayar y pagar los arriendos.
Además: ¿cómo se va ha arrepentir si solo puede abrir y cerrar los ojos?
»⎯Bueno⎯dijo inflexible el párroco⎯pues que admita su arrepentimiento cerrando los ojos y después ya hablaremos del pago de la bula , pues pagar tendrá que pagar o será condenado . El moribundo en postrer esfuerzo volvió su afilado rostro hacia el párroco y clavo en él su mirada.
»⎯Cierra los ojos hijo mío, o te condenaras para siempre en el infierno.
El moribundo entreabrió sus ojos amarillos y secos—hacía mucho tiempo que se le habían secado de tristeza y de tanto mirar al sol — y sin un pestañeo los fijo en don Dimas, y allí los mantuvo, hasta que se extinguió la luz.
Su hija no se atrevió a cerrarle los ojos, y la penúltima escena es el difunto en el ataúd con los ojos abiertos a través del cristal de la caja .
(escena ascendente desde el cristal del ataúd viéndose sus ojos tremendamente abiertos y fijos)
FIN
Semana Santa del 2.022
Hernán
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