miércoles, 8 de junio de 2022

LA VERDAD DE UNA LÍNEA EDITORIAL


 

Veo por la tele a los periodistas tarifados. 

No le ponen ni un pero, a su patriarca don Pedro.


Les adelanto un slogan:

Mientras que don Pedro mande,

tranquilos…

ningún periodista va a pasar  hambre, 

(de los suyos, claro) 


No es de buen gusto ir contra el que te

da de comer:

que el buen alimento crea entendimiento.


Y aprovechando a Campoamor:

La verdad y la mentira es del color 

del dólar con que se mira.

——————————————————

Me dan miedo los que se arrogan como 

adalides, de valores inamovibles como : la democracia y la libertad; soslayando otros como: el valor, la lealtad, del amor, de la honestidad y la verdad del pueblo. 

En un mundo, en que cualquiera puede sucumbir a un buen anuncio, esperar que en nuestra sociedad no haya adoctrinamiento, quizás sea pedir demasiado. 


Hernán  7/06/22


Nota: 

les llaman “periodistas tarifados” a los que pagan (sueldo o sobre) por defender a capa y espada una ideología, normalmente la del gobierno; quiero decir: de cualquier gobierno. En este caso le toca a Pedro Sánchez , pero no dudo que siempre se haya hecho. Lo que pasa que cada vez se hace mejor y con más experiencia. 

Sinceramente,  me parece inmoral emplear el dinero de los contribuyentes, para adoctrinar tan descarada y machaconamente  al pueblo. 


Nota de prensa: 

Las subvenciones a teles y radios superan los 2.100 millones en 2021, un 12% más




martes, 7 de junio de 2022

LO DE HOY Y LO DE AYER



Se liga por Meetic y eDarling.
Se corteja por Whasapp. 

Se acaricia y se ama por las redes. 

Se baila: el Rap, el K-Poo, y el Rock. 

Se vive con la tablet, el laptop, y el smartphone.


La vida ya es toda digital. 

Si no hay wifi, y 5G, no hay esperanza. 


Un tal Muntarbhorn de la ONU dice que existen ciento doce géneros distintos. 

España reconoce diecisiete. 


Nada de: heterosexual, homosexual o bisexual.Ahora puedes escoger: 

ser pansexual, demisexual o queer, entre otras muchas opciones.


Por ejemplo: 

Los Trans: Transexual, transgénero, transformista, travestís. 

Las transfeministas proponen usar “elle”. Para  identificar a quienes no se sienten hombres ni mujeres.


Montero concreta : ellos, ellas y elles.

Hijos, hijas, e hijes.

Y recibe veintitrés mil millones para aseverarlo. 


El mundo está cambiando, 

y a los nuestros no nos necesitan. 

Claro que: ¡maldita la falta! 


No se … hasta llegará lo de multiplicarse 

por uno mismo. 


Los de entonces: ligábamos en un paso de peatones, o en la misa de los domingos o donde cayera.


Nos gustaban los Eagles, Diamond y Dylan 

Y mejor en las baladas lentas;

para: “bailar pegados como a fuego.

Acariciándonos; sintiéndonos la piel”.

Reconociendo su perfume. Esa sensación que jamas  se olvida.


En las de entonces ( no hablaré yo)  

“estaba el yo de mujer, el sentimiento encarnado de la hembra que aboga por la igualdad con el varón pero que confiesa también, sin escrúpulos, la necesidad del hombre como compañero.”  Y amante 

(1)


Hernán 7/06/22

(1) comentario de Acedera sobre el feminismo de Alfonsina Storni. 

lunes, 6 de junio de 2022

CUANDO APRENDÍ A CALLAR

 



El talento no consiste en saber lo que se ha de decir,

si no saber lo que se ha de callar.

 

Mariano José de Larra


No se si  Dios existe,  pero si existe ,

se que no le va a molestar mi duda.


Mario  Benedetti .


 

En una clase del colegio, le dije al padre Santos: 

—Lleva usted esa sotana durante cuarenta años; menudo chasco si al final Dios no existe.

Toda la clase enmudeció y me miraron estupefactos.  El padre Santos era perro viejo y me contempló en silencio. Sentí el peso de su mirada detrás de sus lentes oscuros, pues tenía fotofobia.

—La sorpresa será suya, si al final existe. 

Había estado un minuto de absoluta inmovilidad hasta soltarme aquello. Las mejillas me ardían, y notaba las rodillas cada vez más débiles; el silencio sepulcral en la clase no ayudaba mucho. Mis ojos pasaron de los dos pozos negros del padre Santos a mis zapatos Segarra, y allí se quedaron clavados. 

 —Tiene algo más que decir Sr. Hernán?

 La pregunta había sonado dura y seca como un latigazo. 

 Si yo no hubiera sido un pardillo de quince años, le hubiera podido contestar: 

 

«—Quizás las leyes del universo hayan sido creadas por Dios, pero Dios no ha intervenido jamás en corregirlas o cambiarlas. Todo funciona de acuerdo con la aleatoriedad y las leyes de la física.

“Quizás no se pueda jamás demostrar que Dios no exista, pero la ciencia hace a Dios innecesario”.»

 «—¿Le compensará una vida perdida por solo una remota probabilidad sin evidencia científica? 

 Quizás entonces el padre Santos me preguntaría:

 —Entonces, según usted, cómo definiría esta vida? 

 Tendría que salir por los cerros de Úbeda para zanjar la cuestión; emplearía un pensamiento que había leído en la biblioteca del padre Patac:

 La vida no es más que un paréntesis entre dos nadas.» 

«Había reflexionado mucho sobre esta idea: conocíamos la "nada" de antes de nacer y todo sugiere que la "nada" después de muertos será la misma. ¿Alguien me puede explicar la diferencia?.

Nacemos del polvo ( en el doble sentido) , y volvemos a él. En el paréntesis, dejamos millones de neuronas, que se interconectan en complejísimas combinaciones eléctricas; que nos hacen : pensar, sufrir, sentir, amar… pero que al final se descomponen como el polvo, volviendo de nuevo a la nada. ¿O no ? … Esa era la apuesta del padre Santos, y sobre la que yo interrogaba .»

 

Pero como yo solo era un pardillo, le contesté azorado: 

 — No tengo más que preguntar padre. 

 —¿No se paró usted a reflexionar que, esa pregunta de un presunto ateo, es tremendamente ofensiva; y que debería enviarle cogido de una oreja a la oficina del padre rector para tramitar su expulsión?

 El tembleque de piernas continuaba, pero me había dado tiempo a respirar, y decidí batirme en retirada:

 —Solo pretendía aplicar el consejo que nos dio el padre Constantino: “la curiosidad es parte del aprendizaje”.

 Al padre Santos se le acabó la paciencia, y dirigiéndose hacia mí a buen ritmo, me levantó en volandas y cogido de una oreja, me sacó al pasillo. 

 — ¡¡Ay!!… ¡¡Ay!!…—iba yo cantando—

 —¡Pero padre, no quería ofenderle! ¡Solo era mera curiosidad!

 Vaya manía la de los curas, siempre me enganchaban la misma oreja, que ya tenía descoyuntada—Pensé—

 —Quédese aquí de rodillas hasta que termine la clase. No le llevaré al rector, pero hará una visita al Prefecto; y de momento: dos domingos y dos cines; además irá al despacho del padre espiritual para que le revise el cerebro. 

 ¡Esa maldita pregunta!... No tendría permiso de salida en quince días—yo era interno— y, me tendría que quedar sin dos películas del cole a las que era tan aficionado. ¡¡Mierdaaaa…!!.

 Después de un cuarto de hora de humillación en el pasillo, veo llegar una figura alta e inconfundible: de pelo engominado y muy bien parecido. A grandes zancadas, se acercaba el padre Prefecto (Yo le llamada “Perfecto”). Al llegar a mi altura se me quedó mirando y me dijo: 

 —¿Usted?... ¿y otra vez de rodillas limpiando suelos? —Su gallardía de “mocín de cine” era extraordinaria. 

 —¿Qué ha sido en esta ocasión? 

 —Nada padre; un pequeño malentendido sin importancia.

 El Prefecto jamás nos miraba a los ojos al contestar. Era la mirada de un altivo patricio. Sus juicios eran rápidos, aunque no siempre certeros. 

 —Como ya me imagino que el padre Santos querrá que hable con usted; lo haremos ahora.

 Se situó a mi espalda con el “dialogador” en su mano derecha. Era un silbato de acero de buenas proporciones. El diálogo consistía, en darte golpecitos de despiste por toda la cabeza, hasta que cuando menos lo esperabas te daba un tremendo coscorrón: 

 —¡¡Ay!!…  ¡¡Ay!!…  ¡¡Ay!!…  

 Recuerdo, que algún día de mala suerte, me había tocado dialogar en varias ocasiones, y por la noche, no podía arrimar la cabeza a la almohada con tanto chinchón. 

 —Dígale usted al padre al salir que ya he hablado con usted. 

 El olor de la sotana del padre Prefecto, era siempre a Old Spice, y a pesar del “dialogador “no nos importaba acudir a su despacho, pues en la espera, ojeábamos alguno de los Playboys que tenía amontonados (él decía requisados). La sotana del padre espiritual, al que llamábamos: “Rosa Mística”, olía a jabón Chimbo y a Floid. 

 Había pagado un alto precio por aquella estúpida pregunta. Ahora me tocaría una terapia de reconversión con el “Rosa Mística”, y sus dichosos abrazos campechanos de olor a Floid, de los que había que salir haciendo habilidosas y atléticas cobras.

 En la última terapia mística, le propuse usar el saludo de mi padre; que cuando nos veíamos cada cuatro meses, me recibía con una sonrisa y una mano extendida:

 —“¡Choca esos cinco chaval!”

 Mi padre era muy a la antigua, y no le entraban las costumbres rusas ni parecidas: ¿darse besos y abrazos para todo? ¿y del mismo sexo?. El decía, que un hombre de bien da su mano para saludar, para despedirse, o para formalizar un trato; y eso es sagrado. Lo mismo le dije yo al Espiritual cuando se puso “místico”

 

 

 FIN

 

Aclaración: 

 

Todos los personajes son reales y ya han fallecido. Espero no haber sido irrespetuoso, pues no es mi intención. Hay que poner en contexto y en la época el relato.

 Lo que hoy podría llevar a un juzgado a un profesor, entonces era una forma de educar y muy exitosa en general.

El “Dialogador” existía tal como lo cuento; el nombre lo inventé.

La anécdota también existió, pero la escribí  con alguna libertad literaria.

¿Habrá dado el padre Santos con la respuesta?. Es una pena que jamas me la pueda contar.

 

 

 Siempre estaré agradecido a mis padres por llevarme a ese colegio. 

 

Hernán  05/06/22

sábado, 4 de junio de 2022

I JUST CALLED TO SAY

 

I JUST CALLED TO SAY

Por mi hijo: Hernán F.Joglar 

Una prueba con el micro del IPhone sin ensayar

( Pinchar con los dos de dedos para agrandar 
la pantalla y activar el altavoz) 



SPACE MAN

 

SPACE MAN

Por mi hijo: Hernán F.Joglar 

Una prueba con el micro del IPhone sin ensayar
Una versión creada por Hernán 
sin falsetes como la de Sam Ryder

( Pinchar con los dos de dedos para agrandar 
la pantalla y activar el altavoz) 



miércoles, 1 de junio de 2022

LA MUJER DEL AUTOBUS

 Este antiguo cuento, (de hace 16 años) lo he dedicado a esta mujer que con su eterna sonrisa nos saludaba todos los días desde su banco de la parada del autobús de Viesques. No sé qué ha sido de ella pues jamás la he vuelto a ver, pero todavía después de estos años la recuerdo.

El relato es tan antiguo que las marcas de teléfonos coches y programas de TV son totalmente “vintage”. Los mantengo por poner en contexto este relato entre sardónico y trágico. (O eso pretendía, al estar basado en hechos reales).

 

  Tiene una edad indefinida, el pelo muy rizoso y cano y gafas gruesas de niño empollón. Viste un chaleco de lana blanco y una camisa de flores rojas. Siempre esta muy limpia y aseada, y siempre en la misma postura: sentada en la esquina del banco de la parada del autobús de Anselmo Solar, desde que amanece hasta que se pone el sol.

Es una parada de diseño vanguardista, de cúpula de metacrilato transparente con un banco asociado, moderno, pero incomodo.  Todo el lateral esta ocupado por un anuncio con luz incorporada que cambian todas las semanas. Esta semana, le toca a una bellísima modelo de piernas interminables y generoso escote. Va enfundada en una piel negra, muy ajustada a sus curvas. Otra modelo de la misma traza, la acaricia por atrás con mirada sensual y provocadora.

 La mujer del banco, pese a llevar toda la mañana esperando, no parece cansada. Su postura es modosa y pulcra: las rodillas y los pies juntos, las dos manos sobre los muslos y la espalda recta. Su mirada esta fija ahora en las modelos del anuncio. Escudriña con atención y balancea lentamente la cabeza, como un perrito juguetón. De vez en cuando, estira tímidamente una pierna he intenta imitar la modelo; enseguida, como avergonzada, la recoge de nuevo. Su mirada se eleva ahora hacia el busto, blanco y perfecto de la chica del anuncio, después se mira el suyo, plano y seco como una estepa de Castilla y con sus manos estira el chaleco de lana en un torpe gesto de imitación, pero al ver el resultado, vuelve a su postura inicial modosa y quieta.

Por la acera, se acerca una pareja de adolescentes con vestimenta de tribu de barrio. Él chico, escuálido y demacrado, lleva el pantalón tan holgado, que ni se le vislumbra el trasero. Una ristra de aretes le atraviesa las orejas y acuchilla las mejillas con una variada colección de piercings. La chica de pelo de escoba color bermellón, es: bajita y regordeta, Su cuerpo es como un acerico andante: gordo, fofo y apuñalado también por un sinfín de artefactos punzantes. El jeans, áspero y sucio, le nace justo encima del pubis, dejando al descubierto una   blanca masa, donde baila temblante un dragón bicéfalo.

La pareja, al llegar a la parada del autobús, se enzarzan en un violento morreo, en el que la rolliza del pelo de escoba lleva la iniciativa. Se lamen, entrechocando acero contra acero.

La mujer del banco, los mira sonriente. Su sonrisa es amplia y divertida y hace gestos de aprobación con la cabeza.

El canijo, respirando fatigado, observa los gestos de la mujer desde su posición de cúbito supino y emberrinchado, la insulta:

—¡He, tu!... ¡tontalaba! . ¿te gusta ver morder? —abronca asomando su jeta entre las blancuras de grasa.

—No me extraña: con esa cara culo, no creo que hayas dado el pico ni a las cabras de tu pueblo. 

La chorba del pelo de escoba se desternilla de risa, y el dragón bicéfalo se agita  en su vientre fofo y blanco.

—¡Joer tío, eres cojonudo!... ¡vaya pirada! —exclama tronchándose.

La mujer del banco se arrima a su esquina, y no deja de sonreír. Su postura es la misma.

La pareja de tribu de barrio se aleja entre alegres carcajadas.

Ahora se acercan a la parada, dos mujeres cogiendo de la mano a sendos rapazuelos de cara enrabietada.

Las mujeres hablan de “Salsa rosa”, su programa preferido, y comentan a gritos las bondades de la cárcel de Alhaurín de la Torre, donde Julián Muñoz, el exalcalde de Marbella se ha adaptado a las mil maravillas trabajando duro y feliz en el economato

Mientras tanto, los niños de cara enrabietada, observan con ojos de futuros alcaldes de Marbella, a la solitaria mujer del banco. Ella, les sonríe con amabilidad observándolos desde sus gruesos cristales de culo de vaso. El niño con más cara de alcalde de Marbella, se agacha y coge una china del suelo; la mira con maldad, la escupe, y haciendo puntería la lanza con ganas hacia la mujer del banco. La china puntiaguda le da de lleno a la mujer en un lado de la frente, y una gota de sangre brota de la pequeña herida.

La madre deja su bolso de Luís Vuitton en el banco, mira hacia los niños y les reprende desganada:

—¡Os tengo dicho que no se tiran piedras! —exclama sin mirar siquiera a la mujer.

Y prosigue con los jugosos comentarios de cómo vive “Cachuli” en la cárcel.

La mujer del banco se agacha, coge la china y se la ofrece sonriente al niño de ojos de futuro mafioso. El niño, perplejo, mira a la mujer sonriente y encantado;  piensa que aquello es mas divertido que tirar al pato en la feria. Raudo, se aprovisiona de todos los cantos que encuentra y los comparte gustoso con su compañero de equipo. Al momento los dos compinches de colegio de pago, como un rayo, empiezan a lanzar pedradas. En la esquina, la mujer después del primer impacto adopta una posición fetal y se protege con los brazos la cabeza.

La mujer, del bolso de piel de marca pija, intenta ahora parar aquel lapidamiento, y coge a los niños por la oreja.

—¡Os he dicho que no se tiran piedras! —regaña con furia—¡Podríais haber roto un cristal!

La mujer del banco, saca un pañuelo blanco y se limpia la cara de sangre, después mirando a sus verdugos sonríe y les dice unas palabras inconexas.

—La culpa es de la familia—dice la mujer del bolso de Luís Vuitton a su amiga— A estas personas hay que recluirlas. Además, con esta gente pierde categoría el barrio.

Llega el autobús y el pequeño grupo sube sin mirar atrás.  Los pequeños engendros, desde al asiento trasero, mueven las cabezas haciendo chirigotas y gestos de burla. Al alejarse, miran a la mujer del banco, y escupen con rabia el cristal de la ventanilla.

 Durante el resto de la mañana la mujer, siempre con su eterna sonrisa y con gesto amable, despide, o da la bienvenida a los viajeros. De vez en cuando, suelta una frase que nadie entiende. Los viajeros, ni se fijan en ella, o se apartan con cara de enojo.

 Al finalizar la tarde, un borracho responde a sus gestos, y la invita a un trago de vino. La botella esta sucia y envuelta en un papel de periódico, pero la mujer la coge y le da un trago con gesto radiante. Después se abrazan y el viejo borracho sigue su camino.

Más tarde, cuando la calle se va quedando desierta, un perro callejero se acerca olisqueando la acera. De vez en cuando, se sienta, y con frenesí se rasca las pulgas. Un poco más allá, levantando una pata, echa una meadita a una farola estilo Gijón. Al llegar a la parada del autobús, se queda mirando a la mujer del banco. Lentamente se acerca husmeando y meneando la cola. La mujer adormilada, tiene la barbilla apoyada en el pecho. Al sentir la proximidad del chucho vagabundo, abre los ojos y lo mira a través de los gruesos cristales. Una expresión de alegría inunda su rostro. Después, saca un caramelo del bolso con sus manos deformadas por la artritis; le quita el papel, y se lo ofrece al chucho. Este se acerca, olisquea y con delicadeza lo muerde con satisfacción. Después se la queda mirando con esa mirada que solo tienen los perros. La mujer se agacha y lo acaricia una y otra vez. El perro vagabundo olfatea su cara y mueve el rabo con satisfacción. Cuando huele la sangre reseca de la pedrada, la lame como si la herida fuera su propia herida. Entonces unas lágrimas asoman por debajo de los empañados cristales de culo de vaso.

Cuando se pone el sol, la mujer se levanta y lentamente camina por la acera entre la sombra de las farolas. Al llegar al paso de cebra se detiene y después de mirar hacia los lados, se decide a cruzar. Va cojeando con lentitud.

A unos doscientos metros, un ejecutivo engominado y de traje azul marino, conduce un BMW Z4 a más del triple de la velocidad permitida. Su acompañante es otro hombre joven, cortado por el mismo patrón. El ejecutivo mientras conduce habla con energía por un teléfono Nokia con bluetooth. Al ver a la mujer, suelta el teléfono y pega un tremendo frenazo. Se oye un chasquido y el chirriar de los neumáticos al derrapar. Salen nubecillas de las ruedas y olor a goma quemada. El coche patina, pero saltan los ABS y el Z4 queda clavado. Solo es un pequeño roce de su defensa el que desequilibra a la mujer y la hace caer. Sus gafas de culo de vaso vuelan por los aires y al caer se hacen añicos. Junto al flamante BMW, la mujer se levanta como puede y sonriente mira al coche con un gesto de disculpa.

El ejecutivo furioso da un puñetazo en el volante y muy agitada berrea sin control.

—¡Joder, joder...! ¡Casi mato ha esta imbécil!... ¡Esta claro que le hubiera hecho un favor, pero a mi me destrozan la vida!

Un poco después, ya repuesto del susto, hace de nuevo rugir el potente motor y sin mirar atrás parte veloz. Dirigiéndose a su compañero se desahoga:

—Mira tío, yo no estoy de acuerdo con la eutanasia, pero esta gente así es una carga para la sociedad, deberían ponerles una inyección al nacer, o algo así.

En el paso de peatones la mujer de la parada del autobús, casi a tientas, recoge sus gafas destrozadas y tambaleante sigue su camino, no sé exactamente hacia donde.

 

Dedicado a la mujer de la parada del autobús de Viesques

Lunes 1,45 AM 07/08/2.006

Copiado al blog el 01/6/2.022

 

Hernán

 

 

 

 

martes, 31 de mayo de 2022

ALFONSINA Y EL MAR

 

   "Lo único que me duele de morir, es que no sea de amor”

                                       Gabriel García Márquez
                  

“El amor es como Don Quijote: cuando recobra el juicio
                              es para morir “
                                                         Jacinto Benavente 


   El tema de “Alfonsina y el mar estuvo de moda en los colegios universitarios de los años 70; y el disco de Mercedes Sosa “Mujeres argentinas” corría de mano en mano. Desde: por supuesto, “El negro” ( el más rojo de los colegios), Pío XII, San Juan Evangelista, (el «Jhonny»); hasta acabar en el nuestro: Elías Ahuja; al que llamaban “Un teatro con colegio”, por la dimensión del teatro y su extraordinaria sonoridad; donde acudían los mejores artistas del momento como “prueba del algodón” de alguna de sus nuevas obras. Allí oí: desde los sinceros aplausos al todavía joven Enrique Morente, hasta los abucheos y silbidos nada menos que al preestreno de la canción “Algo de mí” de Camilo Sesto (más por su vestimenta y aspecto que por la canción en sí)

   Cuando “ Alfonsina” llegó a nuestro colegio, quedé subyugado por la versión que nos ofreció Cecilia (que por entonces estaba intentando redondear el “Dama dama” ). Me subyugó tanto la trágica historia de amor que desprendía su letra, como la deliciosa melodía, que Cecilia se encargó de clavarme bien hondo.

   Esa obsesión por la muerte no decidida por la naturaleza, me ha acompañado toda la vida. Pero la muerte por amor, me ha descolocado siempre, sobre todo por la tremenda incógnita que nos plantea.

   Alfonsina y el mar es una zamba compuesta por el pianista argentino Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna, publicada por primera vez en el disco de Mercedes Sosa “Mujeres argentinas”, de 1969.La canción es un homenaje a la poetisa Alfonsina Storni quien se suicidó, según narra su letra, internándose lentamente en el mar.

   Sin embargo, después de investigar un poco, supe que la depresión de Alfonsina sí era real, pero su motivo era el cáncer que tres años antes le había arrebatado un seno durante una operación quirúrgica. Y su muerte en el mar también fue real, pero en lugar de caminar aguas adentro, Alfonsina se lanzó desde el espigón —un macizo saliente en la costa— de la playa La Perla, en Mar del Plata.

   Pese a todo, también su muerte nos ha dejado una incógnita: antes de arrojarse al mar, envío un poema al diario La Nación ( “Me voy a dormir”). En su última estrofa se despedía: “Si él llama nuevamente por teléfono le dices que no insista, que he salido...”

   Y en la letra de la canción, Félix Luna interpreta :

"Y si llama él no le digas que estoy dile que Alfonsina no vuelve.
Y si llama él no le digas nunca que estoy, di que me he ido.”

   En el secreto de esas palabras, que nadie ha conseguido descifrar, he buscado algo extraordinario que impulsara a la poeta más allá del abismo. Morir por amor es lo que nos revela la canción.

   Preferimos los mitos a las realidades, pues así podemos moldear a nuestro gusto esa vulgar costra que rodea al mundo, impregnándolo de ese último acto de libertad y de dignidad.

   Los motivos literarios que desgrana su biógrafa, Josefina Delgado:
 la naturaleza«potente y que despierta todos los instintos», que «se funde con la mujer y le dice que tiene un cuerpo y que debe oírlo»
También se ha manipulado a Alfonsina con el mito de su feminismo radical, casi siempre por añadir personas sobresalientes a su causa. 

Dice Alberto Acereda :

“…Basta leer la poesía de Alfonsina Storni para comprobar el mito falseado del feminismo más burdo. En la Storni está el yo de mujer, el sentimiento encarnado de la hembra que aboga por la igualdad con el varón pero que confiesa también, sin escrúpulos, la necesidad del hombre como compañero.”

Hernán, Mayo 22



“No quiero mas vida que su vida …”

“Morir así es morir de amor “

Camilo Sesto